lunes, 8 de octubre de 2012

Exhala


Exhala tu aire, aquel que atrapaste sin querer
Muerete en el juego del inicio, del fin y el despertar... Será algo automático si te refugias en el fuego y el mar.
Culmina los días. Los infiernos y paraisos son partes distintas de un mismo plan; desintegrate a ti mismo para despertar tal vez duela al principio pero es lo mismo todo en el espactáculo de estallar.
Y si no tienes luz ¿entonces que? Y si no tienes luz exhala tu oscuridad.

Lujuria de días, ignorancia de años


Piedra culminante
reina de la pradera toda
testimonio perfecto del día inmigrante... desamor

Rocío en la pradera muerta y las voces cantando
el juego ficticio tocó el final otra vez
las rosas de fuego, alimentadas por dragones bruzcos,
son refugio de pieles

Minuto perfecto se desarma en horas
alquimia pintada de roces de amor
las sombras anhelan la dulzura del alma
de un joven y entero corazón cantor. Espacio.  

La sabia anecdótica, mentira de mi pasado
corto secuencias para armar una verdad de vida
muerta
¿Qué hice en ese tiempo?   
La mirada se sumergió
lujuria de días, ignorancia de años
amor del momento

Me duermo en este fin inicial.  

Una mujer miraba un Sakura


Una mujer miraba un sakura en el ocaso
del Japón. No era ella de aquellas tierras,
buscaba ella la sombra de un antiguo amor.
Dejó sus ojos en el cielo contemplador de
aquel atardecer, revisó cada una de las nubes
las cuales eran diferentes historias, diferentes
romances llenos de pasión.  
  Al llegar la nocturnidad desarmó sus manos
en un papel al cual llenó de tinta al volcar
sus sentimientos partidos, la mañana la
encontró despierta, partida y en sollozos
mientras acariciaba un sueño imposible de
recordar otra vez. No vemos las cosas más imprescindibles, acaso somos ciegos de un
momento al otro y tan solo amamos
recuerdos, fragmentos de momentos que se
dejaron vivir tan solo una vez.  
  Vovió a mirar al sakura, esta vez, con los
ojos verdosos y un humo mojado que partía
de sus labios mientras fumaba aquel último
cigarro.  

De Bolches'


De bolches, putas y fachos estaba lleno. Miguel miraba a los costados para comprender y el elefante de la conciencia lo libraba de eso a lo que llamamos error.
Venía de antes el dicho más molesto de esos que acontecen el presente y de los que ya estamos cansados, entonces a él le importaba poco todo esto y se dedicaba a mirar a los demás, tan solo para aprender un poco más.
Vivía en un departamento bastante chico, si él, Miguel… Todos los días miraba por la ventana cuando pasaba el auto azul, el que parecía un elefante; es que el poder compra monstruos de metal y la miseria hace que los santos tiren de un carro… prefiero la miseria, pero sin dolor.
A Miguel le faltaba aprender, “pronto Mike, pronto” decía el inconsciente demostrativo, ¿quién es Mike? Sus padres habían optado por otro nombre para el, pero algo lo llamaba Mike. De torturas veníamos bien, alguien había puesto la mesa hace rato con la traición como plato principal, entonces los que estaban sentados cerca se pusieron a comer y sin asco. Miguel no quiso probar, algo, un aroma familiar lo detuvo y de nuevo pensó…
Quisiera poder optar por el impulso de acortar todo, dejar de escribir e irme a descansar; los días no están viniendo livianos pero Miguel necesita una historia para ser, al menos hoy, entonces voy a quedarme aunque no mucho más.
Se acortaba el tiempo y pocos lo entendían, Miguel había dado señales de que esto era demasiado para él, de que no soportaba tanta amargura concentrada en un solo puñal. Tomó con fuerzas sus propias manos, una con la otra se iban apretando como si estuviera loco, luego torció la boca, revolvió su pelo y enloqueció… “así se hacen los hologramas” dijo riendo cuando todos lo miraron asustados; entonces  el aire ya no se cortaba como antes y los demás creían que iban a sonreír por un largo rato, aunque pude haberlo hecho, no los advertí, tan solo les mostré algo de frío para que piensen mejor.
Tenía ahora más años que antes, su mentón se había formado mejor, sus brazos tomaron más forma, como los de los orangutanes y estaba listo para ser uno más, pero después de un sueño náufrago despidió los tristes impulsos y quiso ser de nuevo el Miguel pensante, observador, inquieto de mente y todo eso. No sé si hay tiempo, hoy, para no estar mal.


Artefactos



Burbuja perfecta, sangre culminante
estrecho remoto, juegos del pasado
la antorcha les quema, los pierde, los mata...
aniquila

Tu muerte y tu tiempo son la misma cosa
la esperanza eterna, la espesa verdad
los días en el limbo, los naipes imperdibles

Anoté mil días que no sucedieron
sacudí mi pasado con violencia y vi nieve por primera vez,
até mis cuerdas a tu nuca y te fuiste, me desarmé por completo

Voy a mover tus cuerdas, marioneta
hasta llevarte al inicio, hasta acabar con todo, hasta que caigas
vas a entender tus inicios y contemplar tus virtudes desde otro plano
alquimia sagrada y falsa, dioses mediocres de tela vieja
coronas y ramos, pestes y rabos
reinos cansados, reyes podridos, vidas que escapan

Las ruedas y sus giros, tu aroma perfecto, el fuego
los necios jugando otra vez a ser nada y así son felices
la canción sonaba más tarde aquella vez, los fieles rezan, los peregrinos caen

Vamos a terminar encontrandonos en el parque perdido
dejarás que tome tus muñecas doradas con mis manos de plomo maldito
mis armas están a punto y tus muelas ansiosas. Moribundos seres espaciales se aproximarán
locuras cargadas de arrogancia se amplifican en llantos hetereos. Huracán.

ANODINA


Afuera de todo lo que conocemos vivía ella, Anodina. Era una reina en aquel lugar que ella había elegido, que era suyo. Anodina vivía en una piedra y no salía nunca a jugar, no soñaba como todos con eso de volar, tan solo deseaba no ser descubierta en su roca.
¿Quien no buscaba a Anodina? Mejor seria preguntar quien la buscaba porque pocos la conocían. La busco Juan en un sueño de cinco siglos, la busco Irma en una colina alejada; mientras tanto, desde su roca, Anodina cantaba con las ranas cuando había lluvia. Desde allí veía todo. Contó un millón de mariposas la última primavera, las hojas que cayeron las tres primeras semanas del otoño... ¿Por qué estaba Anodina escondida? Tenía el pelo negro y una sonrisa apocalíptica, los ojos marrones y mejillas soleadas.
Nunca nadie la vio, nadie la recordó después, nadie se preguntó otra vez ¿Por qué vivía Anodina en una roca?
El amor y el tiempo, el dolor y el corazón, la realidad, la marea y la tempestad, los vacíos en el alma y lo que nos va quedando de todo eso. La realidad nos duele pero la mentira nos mata y Anodina no hizo más que mentirse, pobre criatura ¿Qué iba ella a saber?
Anodina vivía en una roca y poco salía a jugar, en su cabeza de seguro estaba aquella Rueda que no deja nunca de girar.