De bolches, putas y fachos estaba lleno. Miguel miraba a los costados para comprender y el elefante de la conciencia lo libraba de eso a lo que llamamos error.
Venía de antes el dicho más molesto de esos que acontecen el presente y de los que ya estamos cansados, entonces a él le importaba poco todo esto y se dedicaba a mirar a los demás, tan solo para aprender un poco más.
Vivía en un departamento bastante chico, si él, Miguel… Todos los días miraba por la ventana cuando pasaba el auto azul, el que parecía un elefante; es que el poder compra monstruos de metal y la miseria hace que los santos tiren de un carro… prefiero la miseria, pero sin dolor.
A Miguel le faltaba aprender, “pronto Mike, pronto” decía el inconsciente demostrativo, ¿quién es Mike? Sus padres habían optado por otro nombre para el, pero algo lo llamaba Mike. De torturas veníamos bien, alguien había puesto la mesa hace rato con la traición como plato principal, entonces los que estaban sentados cerca se pusieron a comer y sin asco. Miguel no quiso probar, algo, un aroma familiar lo detuvo y de nuevo pensó…
Quisiera poder optar por el impulso de acortar todo, dejar de escribir e irme a descansar; los días no están viniendo livianos pero Miguel necesita una historia para ser, al menos hoy, entonces voy a quedarme aunque no mucho más.
Se acortaba el tiempo y pocos lo entendían, Miguel había dado señales de que esto era demasiado para él, de que no soportaba tanta amargura concentrada en un solo puñal. Tomó con fuerzas sus propias manos, una con la otra se iban apretando como si estuviera loco, luego torció la boca, revolvió su pelo y enloqueció… “así se hacen los hologramas” dijo riendo cuando todos lo miraron asustados; entonces el aire ya no se cortaba como antes y los demás creían que iban a sonreír por un largo rato, aunque pude haberlo hecho, no los advertí, tan solo les mostré algo de frío para que piensen mejor.
Tenía ahora más años que antes, su mentón se había formado mejor, sus brazos tomaron más forma, como los de los orangutanes y estaba listo para ser uno más, pero después de un sueño náufrago despidió los tristes impulsos y quiso ser de nuevo el Miguel pensante, observador, inquieto de mente y todo eso. No sé si hay tiempo, hoy, para no estar mal.
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