Me confundí con los árboles, nadie me podía ver. Ni siquiera esos dioses gordos
me diferenciaban.
Mujer llevaba cien nueces, las tiraba al cielo, explotaban y se formaban nubes
que un caballo alado, un plateado caballo alado de crines doradas se comía y
mordía, también, mis sueños.
Prendí un cigarrillo con el sol y lo fumé a la tarde, mientras estaba solo en la
ciudad. Atardecía cada vez más temprano y eso me consumía pero me dejaba ver
a los peces del río saltando, intentando, tal vez, besar a la luna. Pero nunca fue
hermoso vivir, no lo fue... ¡Vaya que no lo fue! Porque las moscas eran pirañas,
crueles animales y los espectros estaban por doquier, masacrando a los caballos
que comían nubes de nuez. ¿ Podrías retratar todo lo que digo? ¿Podrías darme
un beso que me haga olvidarlo todo?
Allí estaba yo, entre los árboles escondido y todo el mundo me ignoraba y era
como estar muerto y era feliz. Algunos me buscaban y yo los extrañaba, pero
tenía mucho sueño para salir con ellos, entonces me quedé allí... Aún estoy allí
viviendo entre los árboles ¿Viviendo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario