Eran las doce cuando vió aquel símbolo en la pared ¿Habría estado siempre allí? Buscó
valor para acercarse, se tropezó con su intuición y, entonces, se quedó sentado en su silla.
No podía dejar de observarlo y se quedó como petrificado, observándo, hasta percibir que
aquel símbolo representaba a un sapo. Apenas podía creer la situación. Su té rojo ya se
enfriaba en la taza y, de su cigarrillo, solo quedaba un poco de ceniza asomando por el
filtro. ¿Cambiará de lugar? se preguntó inquieto mientras apretaba sus manos tensas.
Trató de olvidarlo todo, quiso inventar que esto había sido tan solo un sueño, entonces
abrió un libro que reposaba en la mesa y comenzó a leer. Llegó a terminar dos capítulos de
"Ardiente paciencia" y levantó nuevamente la mirada dirigiéndose al sapo que
representaba aquel símbolo. Tan misterioso e inexplicable era, tan autoritario; allí, en la
pared, sin moverse, había obligado a un hombre a que esté inmóvil también.
- ¡Sal de ahí! - gritó con fuerza, enfurecido - ¡Dejame en paz!
Pero el símbolo seguía allí, inmóvil, como si le hubiese encantado aquel muro blanco de la
sala. El hombre comenzó a transpirar, era un sudor frío que recorría su frente, le viajaba
por las mejillas y se secaba en su cuello, absorvido por la camisa.
Odiaba penar que todo era cierto, sin más que estar dibujado en aquel muro, el símbolo
parecía reírse de él. Pensó que debía dormir y lo hizo desde su silla, tenía terror de
moverse de allí, un terror que no podía explicarse ni siquiera a si mismo. Al despertar el
símbolo seguía allí.
-¡Maldito, maldito sapo asqueroso! ¿Por qué me perturbás así?
Sintió que algo se enredaba por su tobillo y lo apretaba con una fuerza terrible, el dolor no
lo dejaba ver, pero pudo escuchar sus huesos según se iban partiendo por la fuerza de
aquello que lo apretaba. Casi enloqueció cuando vio que rodeando su pie derecho,
reposaba un símbolo que representaba a una serpiente. Antes de morir, oyó una voz que le
decía:
"Has vivido más de treinta años. Decidiste temerle a lo viejo, a lo que ya conocías: La Vida.
Entonces la novedad, lo que nunca habías sentido: La Muerte, apareció de sorpresa.