La flor deambula entre las pupilas inquietas de los que pasan. Es hija de los días anteriores y madre de nuevos matorrales, sangrantes madrugadas y pasos que no se dan. La paz ya no estaba de su lado, una boca silenciosa la arrancó una vez.
Duermete en mis brazos, dulce flor
Duerme que yo más de cien veces quise amar y nadie me dejó, por eso dejame amarte a tí. En las espinas están los problemas, eso creen los que no entienden, mas es tu perfume el que atrapa y no suelta, el que enamora y envenena hasta matar...
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