miércoles, 3 de abril de 2013

El viento lo llamaba y entonces surgió una historia de complicaciones otoñales

El viento lo llamaba, le hablaba en otro idioma, lo atraía, lo manejaba...
La palabra se abrió en su mente como una flor amarilla en un otoño incierto, como una puñalada abre el cuero para dar paso a la muerte pronta...

Silbó en su oído la canción de la pena, la impenetrable agonía de la música del sol y ahora no es más que aquello que vemos, aquello que palpamos y que se vuelve cada vez más inexpresivo sin querer...

El viento le formaba espirales en el pensamiento, lo llevaba a otro universo especial, paralelo al siniestro espacio y lo hacía ser reiterativo para escapar de la nada, ¿de la nada? dijo el hombre, aquel que se paraba siempre en el mismo sitio, que todos corrían pero que él no veía la llegada ¿a dónde? correremos a la muerte, escapando de la vida, quizás sea asi, no lo sé...

Déjame entonces que sea yo ese viento, déjame dejarte... que seas tú y así cruzaremos los caminos que no pudimos cruzar aquella vez porque también el tiempo corría de la vida.

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Dedicado a JAVIER ALEJANDRO AYALA... es horrible saber que ya no corrés por acá.

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