"¡Sangre!",
dijo y corrió con fuerza hasta la otra esquina. Los soniditos de la luna
venían, se llevaban algunas cabezas y desaparecían, perdiendose por siempre en
la galaxia.
- Ah, no, de esto no
estoy seguro. -dijo entre alegre e impaciente el Doctor Kraft.
A lo que Colombo
respondió con amargura que sí, que era necesario que sucediera. Y entonces los
dos se levantaron de sus asientos y se largaron tantas palabras crueles como
pudieron, hasta que Grecco se puso de pie, los miró fijo y, cuando ellos se
callaron, volvió a sentarse. En verdad, los tres admiraban a Grecco: el Dr.
Kraft, Colombo y él mismo, Grecco.
- Yo he sido -decía
Grecco en su turno de tirar.- uno de los artistas más respetables de la Antigua
Sociedad. Espero, muy señores míos, que se me siga respetando ahora, en la
Sociedad Moderna, en la que los pliegues del pasado han quedado muertos, mas no
la moral, el respeto y el amor. Sepan que de amor estamos hechos y que no hay
nada más importante que eso, apenas algunos otros sentimientos se le acercan un
poco, pero el amor... - hizo un breve pausa y siguió.- el amor es la fuente
misma de la existencia.
Kraft se sentia
molesto. Era cierto que respetaba a Grecco y que no sentía nada malo sobre él.
Pero no le cabía en la cabeza la idea de que este pretendiera derechos casi de
nobleza solo por haber sido un poeta en la Antigua Sociedad. No lo soportó, era
un hombre honrado aunque a veces lo superaba la avaricia y SHACK!, todo
deshecho, y pronunció su pensar a boca abierta, sin meditar en el impacto que
tendrían sus palabras:
- No veo, Grecco, que
nadie merezca nada en absoluto ¿no queriamos ser hombres libres y mejores? me
parece atroz que se hable de cosas como el respeto, basándose en... -dudaba, no
estaba seguro de lo que iba a decir- ¡ En
su antigua fortuna, señor, en los miles que supo tener, todo vendiendo palabras
trilladas en libros mediocres.
Esto impacientó al
artista que, al encabritarse, había perdido el ojo izquierdo.
- ¡Mi ojo! - exclamó-
he perdido el ojo con el que veo las maravillas azules, ¿Cómo voy a adornar
ahora mis textos?
- Señor, sepa usted que
puede observarlo todo con el corazón, siendo de su consideración esto del amor
y aquella validez... no recuerdo sus palabras, sepa disculparme. -dijo Kraft
algo nervioso.
Los tres se quedaron en
silencio y el ojo allí en el suelo reposaba mientras se moría para descansar de
tantas historietas que había padecido.
Colombo se sintió
valiente y entonces se creyó muy astuto.
- Dígame, señor Grecco
-comenzó diciendo- ¿Qué cosas se ha llevado ese ojo suyo?
- Ese ojo no es mío.
- ¿Cómo que no?
- No, no... es un ojo
muerto, yo estoy vivo, ya me pueden ver y oir aquí, hablando con ustedes.
El ojo seguía en el
suelo, una mosca se le paraba encima y luego despegaba, volvía y chupaba un
poco, se volvía al aire y otra mosca llegaba y así hasta que unas siete moscas
succionaban algo del ojo muerto.
- Ya lo ven, el ojo ha
muerto, ya no es mío...
Y fue tanto el
nerviosismo del escritor que su mano se desprendió del resto de su cuerpo. Otro
cadáver, muchas moscas más y van dos muertes en una misma habitación.
- Bueno, bueno... -dijo
Kraft- veo que alguien se marcha lentamente de aquí ¿Tiene usted miedo?
- Yo no me marcho, yo
he inventado esta Sociedad Moderna y, como líder que soy, decreto que todos
deben desarmarse para estar en ella... ya lo ven, un ojo y un brazo o sino...
Los otros dos dudaron
unos instantes y luego decidieron obedecer. Tres ojos y tres manos muertas
pudriéndose en la misma habitación. Al ver que lo obedecían, Grecco se sintió
poderoso y decidió que en la Sociedad Moderna no tendría que existir el cuerpo.
Esto sin saber que las moscas ya no chupaban sus partes muertas, sino que solo
se encargaban de los otros ojos y de las otras manos. Cada uno sacó una pistola
de sus bolsillos y se pegaron un tiro que hizo revolotear a los insectos
durante un rato. Tres cadáveres mutilados, tres ojos y tres manos muertas sin
un cuerpo al que regresar.
Una mosca le zumbó a la
otra:
- Por fin nos
deshicimos del necio de Grecco, ¡Que comience la Sociedad Moderna!
Y es grato saber que
las moscas no viven mucho tiempo.
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