martes, 3 de junio de 2014

Tres ojos y tres manos muertas


"¡Sangre!", dijo y corrió con fuerza hasta la otra esquina. Los soniditos de la luna venían, se llevaban algunas cabezas y desaparecían, perdiendose por siempre en la galaxia.
- Ah, no, de esto no estoy seguro. -dijo entre alegre e impaciente el Doctor Kraft.
A lo que Colombo respondió con amargura que sí, que era necesario que sucediera. Y entonces los dos se levantaron de sus asientos y se largaron tantas palabras crueles como pudieron, hasta que Grecco se puso de pie, los miró fijo y, cuando ellos se callaron, volvió a sentarse. En verdad, los tres admiraban a Grecco: el Dr. Kraft, Colombo y él mismo, Grecco.
- Yo he sido -decía Grecco en su turno de tirar.- uno de los artistas más respetables de la Antigua Sociedad. Espero, muy señores míos, que se me siga respetando ahora, en la Sociedad Moderna, en la que los pliegues del pasado han quedado muertos, mas no la moral, el respeto y el amor. Sepan que de amor estamos hechos y que no hay nada más importante que eso, apenas algunos otros sentimientos se le acercan un poco, pero el amor... - hizo un breve pausa y siguió.- el amor es la fuente misma de la existencia.
Kraft se sentia molesto. Era cierto que respetaba a Grecco y que no sentía nada malo sobre él. Pero no le cabía en la cabeza la idea de que este pretendiera derechos casi de nobleza solo por haber sido un poeta en la Antigua Sociedad. No lo soportó, era un hombre honrado aunque a veces lo superaba la avaricia y SHACK!, todo deshecho, y pronunció su pensar a boca abierta, sin meditar en el impacto que tendrían sus palabras:
- No veo, Grecco, que nadie merezca nada en absoluto ¿no queriamos ser hombres libres y mejores? me parece atroz que se hable de cosas como el respeto, basándose en... -dudaba, no estaba seguro de lo que iba a decir- ¡     En su antigua fortuna, señor, en los miles que supo tener, todo vendiendo palabras trilladas en libros mediocres.
Esto impacientó al artista que, al encabritarse, había perdido el ojo izquierdo.
- ¡Mi ojo! - exclamó- he perdido el ojo con el que veo las maravillas azules, ¿Cómo voy a adornar ahora mis textos?
- Señor, sepa usted que puede observarlo todo con el corazón, siendo de su consideración esto del amor y aquella validez... no recuerdo sus palabras, sepa disculparme. -dijo Kraft algo nervioso.
Los tres se quedaron en silencio y el ojo allí en el suelo reposaba mientras se moría para descansar de tantas historietas que había padecido.
Colombo se sintió valiente y entonces se creyó muy astuto.
- Dígame, señor Grecco -comenzó diciendo- ¿Qué cosas se ha llevado ese ojo suyo?
- Ese ojo no es mío.
- ¿Cómo que no?
- No, no... es un ojo muerto, yo estoy vivo, ya me pueden ver y oir aquí, hablando con ustedes.
El ojo seguía en el suelo, una mosca se le paraba encima y luego despegaba, volvía y chupaba un poco, se volvía al aire y otra mosca llegaba y así hasta que unas siete moscas succionaban algo del ojo muerto.
- Ya lo ven, el ojo ha muerto, ya no es mío...
Y fue tanto el nerviosismo del escritor que su mano se desprendió del resto de su cuerpo. Otro cadáver, muchas moscas más y van dos muertes en una misma habitación.
- Bueno, bueno... -dijo Kraft- veo que alguien se marcha lentamente de aquí ¿Tiene usted miedo?
- Yo no me marcho, yo he inventado esta Sociedad Moderna y, como líder que soy, decreto que todos deben desarmarse para estar en ella... ya lo ven, un ojo y un brazo o sino...
Los otros dos dudaron unos instantes y luego decidieron obedecer. Tres ojos y tres manos muertas pudriéndose en la misma habitación. Al ver que lo obedecían, Grecco se sintió poderoso y decidió que en la Sociedad Moderna no tendría que existir el cuerpo. Esto sin saber que las moscas ya no chupaban sus partes muertas, sino que solo se encargaban de los otros ojos y de las otras manos. Cada uno sacó una pistola de sus bolsillos y se pegaron un tiro que hizo revolotear a los insectos durante un rato. Tres cadáveres mutilados, tres ojos y tres manos muertas sin un cuerpo al que regresar.
Una mosca le zumbó a la otra:
- Por fin nos deshicimos del necio de Grecco, ¡Que comience la Sociedad Moderna!

Y es grato saber que las moscas no viven mucho tiempo. 

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