Estaban los dos parados en medio de la habitación de Lucas, quien tenía el arma es sus manos, apuntando a su sien. Diego esperaba mientras meditaba un poco, tenía miedo. Los dos se miraban y, cada tanto, sonreian. Estaban dudando mucho, pero era lo que siempre habían querido hacer.
Sono el disparo y la cabeza de Diego se rompió, junto a su cuerpo su historia y su dolor. Ahora le tocaba a Lucas. Volvió a poner el arma en su cabeza, cerró los ojos...
Blog de cuentos, relatos cortos y poesías. Seguinos en Blogger y Facebook. Federico Ambesi.
jueves, 1 de agosto de 2013
Adios, mundo cruel.
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