lunes, 30 de septiembre de 2013

Killing Putana

El año de la rata había muerto. Ni siquiera el Buddha lleno de sangre podía creerlo. Radek buscaba señales en el mundo y sus dedos, amarillentos por el alquitrán, eran una señal, no del mundo, sino de su Apocalipsis. El pensaba, más bien creía, que los sueños son solo utopías vacías.


A las tres de la mañana el sucio barrio era ese escenario para actuar así, como un clown consternado. Mas las luces indemnes brillaban en los letreros del maldito neon que anunciaba a los bares y querían ser solemnes, lo buscaban desesperados, pero Radek lo sabía, comprendía bien que el cerdo entraba despacio y hambriento a aquellos chiqueros que los recibían tan concupiscentes. El que más detestaba era aquel de las luces violetas, ubicado al lado del café “Cass”. En Cass era diferente. Anarquistas fervorosos, los de la vieja escuela, los del Partido Comunista, Poetas y demás; se contaban historias de la juventud, se maravillaban de los recuerdos y soñaban. Pero Radek no creía en los sueños. El se sentaba junto a la ventana y fumaba sus minutos, acaso, tal vez, se fumaba los sueños a los que se negaba.


Héctor J.K. entro fingiendo ser un hombre de bien. Saludo con cumplidos a algunos clientes, le miró el culo a las dos o tres mujeres (las únicas) que allí estaban, y tanteó con la mirada para encontrar al solitario que lo aguardaba con un fastidio imposible de disimular.


- Tengo trabajo para vos. - Dijo Héctor. Era un mal bicho, un proveedor de narcóticos en la periferia de la ciudad. Había reclutado a Radek cuando este era adolescente.


Radek se sentía mal; no le gustaba ser cómplice de llevar mierdas así a Cass.


- No estoy más en el negocio, Héctor. –Su voz salía rasposa.


- ¿No estas más? ¡Imposible! Esto se vende solo, es oro puro.


- ¡Y que se venda solo entonces!


Héctor J.K. se levanto de su silla y, encolerizado, sacó un revólver que llevaba en su cintura. Apuntó a Radek con el arma. Le temblaba el pulso como en una película.


-Vos no te vas – pronunció el delincuente.


-¡Mierda! ¡Matame si queres, no me importa un carajo!


Todos se habían quedado duros, llenos de miedo. Una francesa de unos veinte años miraba desde atrás de una columna para protegerse de algún posible disparo.


- Buenos Aires.-dijo Radek despacio, vacilando un poco.-En Buenos Aires uno puede hacerlo todo, compadre. Uno puede matar, prostituir, vender droga, trabajar, robar; uno hace lo que quiere.-Siguió ya con un tono más firme.-Ahora… ¿Quién mierda elige dejar libre a los demás? Una vida no es nada más que una idea, hacer o no hacer la misma cosa. Matame de una vez, matame que ya no quiero ver, elijo no ver más nada. Mi vida esta muerta, sacame el cuerpo. Mi vida no fue nunca vida, ayúdame, matame. Buenos Aires… la puta y hermosa Buenos Aires ¡Estoy harto de Buenos Aires! Matame, somos uno; matame y será como un suicidio. Masacralos a todos y que se hunda la ciudad y después el mundo.


Entre atónitos y entupidos, los allí presentes habían quedado con la boca abierta. El amenazante tipo bajó el arma, insultó para sus adentros y se largó. Algo frío quedó entre los muros, dentro de las copas, en los cristales de los lentes, en la madera, en las almas… Radek se sentó y no pidió nada; la camarera había llorisqueado un poco con el alocado pero sentido discurso de ese hombre que siempre parecía un fantasma, por no decir que pocos lo notaban. Ella iba por las mesas y lo miraba cuando podía. Tal vez eso generaba Radek: Curiosidad... Solo eso.


Se sentía mejor. Ser un dealer es igual de sucio que ser un proxeneta o un violador.


En su casa tomó media botella de vodka, fumó hasta que le salieron llagas y, parado en medio de la sala, puso una pistola en su cabeza. I Sat anunciaba “La lista de Schindler”, le gustaba esa película, así que la vio.


No visitó el bar por tres meses, en cambio, deambulaba todas las noches por los suburbios, miraba a una sola de las lunas, la amaba y la maldecía al mismo tiempo. A veces le hablaba. << Si me dejaras en paz… Si no me observaras con esos luminosos ojos. Me gustaría amarte bien, pero le temo a muchas cosas; ¡Ay de nosotros que hemos de sentirnos solos cuando mi carne esta sangrando! Luna perra que me quisieras ignorar tu también, ¡Luna maldita! Mas hermosa eres, luna melancólica…>>


Cerveza, armas y pétalos. Por designio de algo infinito se convirtió en sicario.


Todos nacemos y estamos dotados para crear vida, todos morimos y estamos armados para dar muerte.


Si existiera Dios realmente ¿Qué mierda hizo? Nos envío a esta guerra que se llama mundo, universo, basura…Peleamos ciegos de miedo y dolor, sufrimos, buscamos ¡Y encima debemos adorarlo! ¿Para qué? Tan solo para gozar de una eternidad de la que no estamos seguros, para ser eternos asexuados, ángeles castrados y enfermos, neuróticos y desnudos.


Después de decir esto, Radek apretó el gatillo y acabó con el idiota que lo escuchaba asustado mientras se revolcaba en el suelo lleno de mierda. Murió al instante, igual que los brotes de cerezo al ser devorados por los pájaros, guerreros del cielo.


Tirado contra un muro de su casa, Radek, padecía de remordimiento. Él nunca hubiese matado, pero tenía que sobrevivir, por algo que no sabemos, todos hacemos algo para sobrevivir. En el suelo los billetes sangrientos y las botellas de cerveza vacías. En su mente el pobre gusano todavía rogaba piedad con su mirada. A Radek le habían pagado para matar y eso era lo que hacía: Matar a quienes le debían dinero a M.de.M. y él fumaba y fumaba, salía y mataba.


[Glorias y flores absurdas, Cristos horribles y nauseabundos]


No había lugar para el amor, lugar físico, porque, en su alma desgraciada la búsqueda y la necesidad de amor eran desgarradoras.


Volvió a Cass. Todas las noches se tomaba un trago, ahora podía pagarlos, y después iba a su casa y trataba de dormir. Dormir era como estar muerto y, ¡como le gustaba dormir!, no temía a la muerte, sabía que iba a morir pronto pero también pensaba mucho en el suicidio, tenia claro que lo haría en algún momento. Por ahora prefería seguir en el infierno de vivir así y no sabía por qué. Pero lo que más le dolía era eso de sentirse invisible ante los demás. Se sentía seguro al matar por que ni siquiera la ley y sus putos legistas lo observaban << ¡Al menos si el Diablo se interesara por mi alma!>> - se lamentaba-Pero nada. En el bar todos parecían haber olvidado el incidente con el sucio Héctor J.K. Aunque tomaba la misma mesa, todo el mundo lo ignoraba. Allí recordaba a su madre: los días en la provincia de Mendoza escondidos de alguien, el regreso a Buenos Aires, su padrastro y el maltrato a su pobre madre, su dolor, la muerte de su madre, la eterna soledad. Ahora era un asesino ¿Qué más da? Ya no buscaba nada, tan solo existía o al menos creía hacerlo.


Fue en ese lugar, al lado de Cass, de donde la vio salir. El cabello rojizo y abundante, el maquillaje barato pero bien usado, tacones rojos y un traje símil cuero color negro. Vio en los azulados ojos de la mujer una pena inmensa, tan grande como la propia. Decidió buscarla, no importaba que trabajara en el prostíbulo, él mismo era hijo de una vieja trabajadora de aquel lugar.
II


No siempre coger es amar, no siempre vivir es existir.


Entre viejos y horribles recuerdos, con el sonido de los disparos aún sonando y mas de diez pares de ojos que no se querían apagar, Radek era lo suficientemente fuerte para amar a Roxana y para que ella lo ame a él. Pero que dolor por las noches, cuando juntos llegaban al maldito lugar y se separaban.


El estaría en el bar hasta que el sol le avise que eran libres, ella en el prostíbulo, con los cerdos.


Radek bebía ron y fumaba y pensaba: <<Mi madre, la muerta, se pudre cada vez más en un cajón, enterrada en donde ya no se… Mi padre inexistente, mi dolor permanente, los hijos del tiempo y la lujuria, los últimos segundos y la vida pesa, hermano, la vida pesa mucho. Mira, todo se duerme, mira, todo se muere. El sol la coge también, el sol es el Diablo, el Diablo es Dios y yo soy mi Dios, por que el tal todopoderoso no se ve y yo soy invisible, soy algo si me ven, si me veo, mas en soledad ¿quién puede decir si soy o no soy algo?>>. Le dolía mucho vivir así. Acercando una mano a su cintura acarició su arma, se sonrió y dio un trago, pagó la cuenta y se fue a buscarla. Roxana volvería con él.


Abrió la puerta y se encontró con el proxeneta, un gordo lleno de cebo y dinero. Preguntó por Roxy Pussy –así se llamaba ahí- pero le dijeron que estaba “acompañada”. Empujó al marrano y fue a buscarla.


En el primer cuarto que abrió, un jovencito con cara de necio y perfumado estaba montado a su mujer. Radek se quedó en la puerta y los dos practicantes lo miraban y le decían que se fuera. << ¿Qué no escuchas, boludito? ¡Andate! – gimió el necio con voz chillona… Radek sacó su arma y entre los gritos de Roxy Pussy y el necio cerdo, disparó dos veces. La sangre manchó la hermosa cintura de la desnuda mujer que quedó tiesa. << Vamos>> pero la mujer temblaba << Era el hijo de M. de M >> pronunció Roxana con la voz interrumpida. Llegó el proxeneta junto a dos mujeres más y vieron la escena. Radek tuvo que matar este tipo también. Las dos mujeres huyeron mientras Roxana se vestía y luego quedarían ahí los dos cuerpos sin vida ni más efecto que el de la putrefacción.


M. de M. se enteraría pronto, había que huir lo antes posible de la ciudad. Tomaron dinero y se fueron, sabiendo aún que no sería fácil escaparse del mafioso.


Muchas veces Radek le ofrecía a Roxana que se escape sola, que haga una nueva vida, él se entregaría, pero ella lo amaba y lo seguiría hasta el final.


- ¿Por qué me amas?


- Porque somos uno. - Contestó ella.


- ¿Realmente lo creés?


- Lo sé.


- Vamos a morirnos…. ¡Van a matarnos!


- No lo sabemos.


Mientras se alejaban del lugar, Radek se extrañaba de sentir por vez primera nostalgias y de lamentarse por dejarlo. Algo de amor y de odio, tan clásico en los seres humanos. Con Roxana era todo nuevo: amor y renovación, en una sola mujer, puta la vida, miserable el...


Pero al ver los ojos de ella, mirándolo emocionados, aun en el fin del año de la rata, tenía la sensación de que algo cambiaría, de que su pasado se esfumaría, el tiempo correría con un vestido nuevo y la vida (¡Puta, la vida!), llena de la misma mierda, se libraría del rencor.


La orquesta de un tango sonaba a las dos de la mañana en el bar que los refugiaría. Tenían la certeza de que los seguían, de que la policía estaba al tanto de todo, porque el proxeneta era amigo de la parca azul y es así en todos lados. ¡Ay, si no fueran tan pobres! Y el tango “El llorón” seguía sonando, Radek quiso llorar, pero era débil, no podía hacerlo. “Mi caballo bayo” seguía orquestando la fuga. Roxana tomaba cerveza y se moría de frío.


<< Maldita la suerte perra que de repente me lo llevo (…) cuando una peste triste lo revolcó (…) pobre mi caballo bayo, como lloraba cuando murió (…) “. La abrazó y ella se poso en su pecho, pidiendo refugio << Pobre mi caballo bayo, como lloraba cuando murió (…) y yo con el alma rota le dije: Bayo, te lleve Dios” >> ¡Que bien que cantaba Bracati! ¿Saldría el sol en algún momento?


Como un rayo descompuesto y vomitivo, el sol acunaba a un nuevo día que los miraba caminar desde la noche vieja. Los ojos enrojecidos y el humo que, desde sus cigarrillos, acompañaba los pasos.


La mujer se quedó parada, no podía seguir, se cayó en medio de la calle y Radek tuvo que subirla al cordón. Un viejo los vio y llamó a la ambulancia que tardó casi tres cuartos de hora en llegar. Mientras atendían a Roxana, Radek estaba sentado en el pasillo. Como su cuerpo estaba también débil, cayó en un sueño profundo, casi como si se hubiera muerto.


Un gigante y de plata se levantaba frente a él. Apenas podía verlo, el lunatismo que lo colmaba y la poca luz eran complementos malditos.


La carcajada de Gotama lo estremeció y una luz fantasmal se encendió estúpida. El Buddha de plata reía y sangraba. Los chorros de sangre y plasma caían en el suelo que se iba completando cada vez más. << ¿Que queres? >> Inquirió asustado el pobre fugitivo. Pero el sangrante solo reía y sangraba y era plateado y enorme. Le pareció que oía algunas palabras pero el miedo lo confundía.


¡Ya no sangres sobre mí! ¿No me ves muerto de miedo? Si vas a matarme, hazlo ya mismo. El odio del mundo ha caído sobre mí. El amor nunca alcanza cuando la herida sangra aún ¿Vos sangrás por dolor? Podría ser que seas un suicida, que te desangres para matarme...

¡Pobre kamikaze plateado que sos! Yo… yo muerto he nacido ¡maldita la vida! Y si me sacan la vida, el cuerpo, lo mismo será…Yo, yo soy…


Lo despertó el médico de urgencias. Roxana estaba bien, se reponía en su cuarto.


Pasaron la noche en el hospital. Radek habló con el sereno hasta la madrugada. No le contó mucho, más bien escuchó las anécdotas banales del gordo tan soez como feo.


Contra las indicaciones del medico apuraban los dos una cerveza en la estación de trenes y prestaban atención al vago que cantaba “El ultimo organito”. <<Que fuma, fuma y fuma, sentado en el umbral…>> se despreocupaban un poco << Y allí molerá tangos para que cate el ciego (…) que fuma, fuma y fuma… sentado en el umbral >>


Llegaron los sicarios. Venían a vengar la muerte del pequeño cabron. Dos desconocidos y un policía de civil venían a buscar a Radek quien los quiso enfrentar pero bajo su arma cuando amenazaron con matar a su hermosa mujer. Los subieron en dos autos, los llevaban separados al mismo lugar.


En un galpón vacío los tenían atados a un poste, los dejaron allí, con vendas en los ojos y las bocas tapadas. Luego de una golpiza los sicarios se fueron dejándolos solos.


¡Que dolor horrible! ¿Qué sentirá Roxana? Saber que morirían así era una pesadilla.


Vio la poca luz y cuando se le aclaró la vista, diferenció frente de si a Roxana arrodillada en el suelo. El policía la miraba con una sonrisa de demonio y sacando un poco la lengua, miró a Radek, luego a la mujer y disparó seis veces. Luego se fue. Dos tipos que Radek no vio lo golpearon y le gritaban cosas que apenas podía entender, cuando quedó inconciente lo desataron. Al despertar, el pobre mal nacido estaba solo, no le quedaba ni su alma.
III


El hígado era ahora su corazón, porque los sentimientos necesitaban filtrarse para correr por su sangre. Eran negros y amargos, tan pesados y sólidos como su carne. Se emborrachaba y dormía. Robaba cervezas, a veces, en Cass, algún viejo anarquista lo invitaba a su mesa. Los tangos iban muriendo de a poco, callaban las milongas y los discos venían de afuera. Había oído que en Inglaterra todavía existían los piratas, que en el mundo reinaban las milicias, que el odio se traducía en bombas, que Argentina estaba a la intemperie una vez más, que la razón era de lo corruptos, las voces morían de a poco, como el tango. Pero él… seguía vivo en el mundo ¿Por qué no acabar con todo? ¿Por qué no mato a Roxana cuando los encontraron? Podría haberla matado y luego suicidarse. Se sentía un cobarde.


Andando por ahí fue que vio a una rata. Le faltaba un ojo pero estaba viva. << Si solo fueran mis ojos>>- pensaba.


Dicen que un nuevo dolor tapa un dolor pasado. Mientras miraba a la gente pasar con sus vidas y sus ojos, pensaba en su madre, pero el recuerdo de aquel sueño con el Buddha de plata que sangraba… Y esa sangre era también aquella sangre de su amada muerta. Faltaba la suya. ¿Cómo mierda seria morir? Con una navaja que se robó de uno de los comunistas se perforó un ojo. Ahora si, su sangre llovía desde una cuenca y la gente lo miraba aterrada.


<< ¡Soy el hijo y el bastardo! El final de todo, el comienzo de la muerte – y siguió- soy el criminal y soy crimen. Rían, sangren y lloren ¡No sean hipócritas! Comprendan que así, solo así puedo llorar para calmar mi dolor. Algún día, oh bicsus, sabrán como es esto, sabrán de qué se trata todo ¡todo! ¿Escucharon? - comenzaba a sentirse débil su cuerpo- porque estamos en el mundo ¡Si, el mundo! Y nadie sabe, oh bicsus, que mierda es el mundo.


Mas las sombras - barajaba el tano- las sombras y las putas son lo mismo: no les importan a nadie, todos las juzgan, oh bicsus, todos lo hacen, pero ¿alguien sabe algo de ellas? Andan penando por “el mundo” ¡maldito el mundo, si! Y nadie las escucha, prefieren escuchar a Dios ¡Dios, ¿Qué mierda es eso?! ¡Solo el conjunto de sus miedos, solo la bandera de la ignorancia!>>


Tal vez Radek hubiera deseado agregar algo mas, pero su cuerpo muerto ya había caído sobre el cemento, acunado por el sol que iba despacio, las miradas de la multitud y la sangre.



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