martes, 5 de agosto de 2014

¿A quién llamamos "loco"?

Se llamaba así, pero nunca dijo su nombre a nadie. ¿Se llamaba así? No lo sé. Su casa, un templo laico. Las paredes formaban un espacio tan enigmático como imperfecto, que, en su inapropiada forma, era suficiente y perfecta, en fin, encantadora.
A la primera pared le correspondía un cuadro, una imagen, no sé cómo decirlo en realidad. Retrataba a una mujer joven, sentada de frente, desnuda y con la cabeza agachada. Su negro cabello era lo que el artista le dio como rostro.
- La he colgado ahí -me decía mirando el cuadro, siempre pensativo y con mirada contemplativa- porque quiero verle los ojos... es lo que espero del futuro.
- ¿La conoces? -pregunté curioso y entusiasmado.
- Es ella... es ella y tiene ese encanto que busqué siempre en... -se detuvo, prefirió guardarse un secreto, uno más.
Ofreció café y sin dejarme dar una respuesta corrió, casi desapareció flotando de la sala. Al rato volvió con dos tazas humeantes. Imaginé que habría estado esperándome desde mucho antes de la hora pactada de la cita. Luego tomó asiento y me miró soñador, parecía estar esperando que le diga algo. Solamente le agradecí por el café. Su puso a fumar y entonces le cambiaba el semblante: tenía, ahora, ante mí, a un hombre meditabundo, mucho más que antes. Esa droga que tanto lo calmaba en el acto, pero que lo accionaba más tarde. Sujetaba su sien izquierda con la palma de la mano y apenas parpadeaba.
- Voy a decirte algo, pero debe quedar entre nosotros, más bien, no debe salir nunca de esta casa, ni siquiera lo menciones ante mí, si es que nos entrevistamos fuera de este lugar -me dijo, casi suplicándome silencio.
- Te escucho.
- He matado a una mariposa... sí, la asesiné brutalmente. Y no funcionó, sigo aquí...
Me asombraba lo fatuo de su confesión, mas no lo podía imaginar cometiendo tal acto. Ni siquiera podría pensar en que alguien asesinara a una mariposa; pero ahora, ante la evidencia de que aquello era posible, reflexionaba ante la imagen del hecho y sus consecuencias.
- Dices que <<no funcionó>> ¿A qué te refieres?
- Creí que así tendría su belleza, mas no era eso lo que me preocupaba; sino, su libertad.
- Eso no es posible, eso es...
- ¡Sí que lo es! -gritó, aunque conservando aun la calma- Solamente la muerte de una mariposa libera la mana del universo, la belleza real; nada las supera, es... ¡Oh, Dios me entienda, sí, él lo comprenderá bien! Al fin y al cabo, es su creación y nosotros... oh, nosotros... ¿qué somos nosotros?
Nunca antes me había nombrado a Dios, al parecer, ya no era el mismo, es decir, no pensaba igual.
- Dejémos eso de lado, ha sido un error tuyo y...
- ¡Mío! ¡¿Dices que el error fue mío?! Pero si yo he actuado según la verdad, cometí un asesinato, sí, ya lo confieso, pero nunca -la palabra "nunca" la dijo con un tono sombrío y demencial- lo hice con malicia. Soy un hombre bueno, un alma sensible, bien lo sabes tú. Me calumniaron, se cansaron de mí y ahora estoy como recluido en estas paredes abstractas.
Se detuvo de inmediato. Parecía haber visto un fantasma. Luego volvió su mirada hacia mí con la serenidad del principio y encendió otro cigarro.
- Espero que me disculpes... es muy difícil superar lo que me sucede en este momento.

Al cabo de unos cuantos minutos más me despedí de él, no sin antes prometerle una pronta visita. Me fui caminando con el cuerpo, pero mi mente se elevaba, cada vez que visitaba al poeta olvidado, mi mente daba algunas vueltas por el cielo. 

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