martes, 5 de agosto de 2014

Y las ciudades a punto de caer

Piotr caminaba dentro de la ciudad. A pesar de las luces eléctricas, lo rodeaban los ojos de los cuervos; la llamarada, sola, no es llamarada ni es nada. Sabía que si se largaba a llover, las personas huirían de inmediato, pero la lluvia era un aviso, una palabra de aliento que le decía que aún se podía vivir. La recordaba y nadie le creía. Nadia había desaparecido, así de la nada, ya no estaba. Sin embargo quedaba algo de ella, su recuerdo. No había muerto, no se la habían llevado, dasapareció. Una vez ella le dió una piedra brillante <<Si te vas, se apaga>>, le dijo. Nunca pudo comprobarlo, aunque a veces la veía apagada aún en su presencia y entonces llegó a creer que él no existía. Ahora seguía reptando por la ciudad.
Un muro, dos y otras cosas, solo apreciaba los muros porque estos cargan con las historias de los demás, son como libros rústicos, como los espejos, eran como él. Tan solo pensar que la ciudad podía desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos lo dejaba estupefacto, y eso que no sabía el significado de esa palabra ¿cómo es que podemos sentir cosas que desconocemos?, solía preguntarse. Y Nadia no estaba en ningún lugar, era triste no poder verla.
Su cama, las sábanas, el reposo y la piedra brillando sobre un estante de madera. No se preguntaba cómo dormir si Nadia no estaba, sino para qué dormir. No tenía respuestas, no la tenía a ella, acaso nunca la tuvo, pero sí, la piedra brillaba sobre el estante, entonces podía creer en que alguna vez ella estuvo allí. Si la gente no le creía, entonces terminaría por querer hablar con los árboles, con los bancos de las plazas, con los perros. Se le cruzaba por la cabeza un nuevo pensamiento: Tal vez Nadia jamás haya existido. Pero había un brillo que lo hacía abandonar tales pensamientos. Se fue él también, y se preguntaba por la piedra ¿qué estaría haciendo?
- Has llegado -le dijo ella.
- No sos la misma.
- Soy.
- Te ves diferente...
- Me ves diferente.
- Nadia, yo...
- Nosotros, decí nosotros.
- ¿Es que acaso es así, como solías decir, que somos uno solo?
- Lo somos... lo somos.
- ¿Por qué dices "somos", si hablas de un mismo ser?
Entonces se hizo un largo silencio. Nadia y Piotr se miraban a los ojos. Por fin hubo una voz en aquel lugar.
- Si ves tu interior en mis ojos, entonces somos un mismo ser.
- Lo veo... eso significa que...
- Así es: Somos uno solo, es decir, sos.

Tal vez haya sido amor, o tal vez haya sido solamente un sueño. Ser un mismo ser, un mundo privado, lejos de las ciudades que están a punto de caer. 

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